A partir de los 40, el rostro comienza a perder rigidez en la mitad inferior y nuestra estructura ósea también cambia a medida que envejecemos. Las cuencas de los ojos se agrandan y cambian de forma, los pómulos se aplanan, el orificio en el que se asienta la nariz se agranda y la mandíbula se acorta. La piel se vuelve menos elástica debido a la reducción de la producción de colágeno y elastina.
El remedio tradicional que ofrece la cirugía plástica es el lifting o estiramiento facial, un tratamiento que implica el paso por quirófano y que consiste en la retirada del exceso de piel y el tensado de sus músculos. Al procedimiento le sigue un postoperatorio que deja al paciente 3 semanas de baja laboral y, por lo tanto, social. Lo que no muchos pacientes saben, es que la medicina estética puede conseguir los mismos resultados mediante una técnica prácticamente indolora y que no requiere reposo posterior. Estamos hablando de hilos tensores.
Son una sutura que puede estar hecha de distintos materiales que el cuerpo reabsorbe con el tiempo. Mediante la realización de pequeñas incisiones, se implantan varios micro hilos en forma de red, ya que ésta actúa como soporte de los tejidos, y se desplazan hasta fijarlos en la zona deseada. El resultado va mas allá que el lifting con cirugía: además de tensar la piel y eliminar las arrugas, los hilos logran combatir la flacidez levantando y redefiniendo el rostro, levantan la papada y estimulan las células de la piel para producir colágeno.
Siempre previa realización del tratamiento, la Doctora Méndez de Vigo analiza cada caso concreto aconsejando al paciente para conseguir los mejores resultados.
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