Como digo siempre, yo soy partidaria de la naturalidad y de la constancia. Creo firmemente que siempre hay que intentar cuidarse el máximo posible, invirtiendo mucho tiempo y cuidados en la piel, tanto interna como externamente, con cremas y cosmética de buena calidad, higienes faciales profundas y los correspondientes peelings. Sin embargo, el paso del tiempo, la maternidad, el estrés y en mi caso otras circunstancias, como el hecho de que soy atleta amateur y pierdo muchísimos líquidos y grasas en cada entrenamiento, hacen que la piel pierda a veces densidad y algo de firmeza, que sólo es posible sustituir con otros métodos más activos: aquí es donde aparece la medicina estética, ese tema que sigue siendo tabú para muchas mujeres y hombre. A quién no le han dicho: “yo nunca me he hecho nada en la cara”, cuando es evidente que existe un relleno o retoque facial? Nuestra sociedad se niega a aceptar que es algo positivo acudir a un buen profesional para hacerse un retoque, y eso induce a que a veces vayamos a sitios inadecuados, lo escondamos e invirtamos en vano cantidades de dinero en algo tan importante como nuestro rostro y nuestra piel sin conseguir resultados óptimos, o lo que es aún más grave, poniendo en peligro nuestra salud por desinformación o precipitación.